¿Hay un espacio para las Altas Capacidades?
Hace unos días una familia me comentaba sobre la evolución de su hijo de altas capacidades durante este curso escolar. Está mejor que el año pasado, decía la madre, mejor porque ha aprendido a alejarse del resto de los niños de la clase. Así no tiene conflictos. Está solo en los patios, en las actividades, pero claro, él sufre, está sufriendo como muchos otros niños, sufriendo en el aula, en la escuela, en ese lugar donde debería sentirse seguro, contento, feliz, motivado. En ese lugar donde se pasan tantas y tantas horas durante la semana…
Este es un niño de 5º de primaria diagnosticado ya de altas capacidades que está a la espera de que alguien entienda lo que necesita, porque ni la escuela, ni los maestros, ni el departamento pone a su alcance estrategias y herramientas para que se desarrolle como necesita. Además no comprenden que este niño no rinde igual en todas las áreas.
Sí, es cierto, le han hecho un PI (Plan Individualizado), una herramienta maravillosa que ayuda a planificar el tipo de metodologías, las ayudas, las estrategias que hay que ofrecer al alumnado para favorecer su aprendizaje.
Parece ser que en este caso se ha optado por un “enriquecimiento”, que simplemente se traduce en seguir un libro de un curso superior de su área de talento específico. Sin más.
Y es así, ¡la alta capacidad NO siempre significa un alto rendimiento! Esta es una de las “confusiones” que tienen muchos profesionales.
Otro error es pensar que los niños con talentos, diagnosticados o no, no tienen problemas en ninguna área.
Tampoco se habla o se entienden las disincronías que estos procesos conllevan muchas veces.
Además, se piensa demasiado a menudo que como son listos ya van solos y no precisan más atención, incluso menos pues para eso son listos.
Sí, desgraciadamente este es el resumen de estas situaciones y ocurre demasiadas veces. Sería interesante dedicar un espacio a reflexionar sobre ello….
Pero es que a otra familia que está en proceso de diagnóstico le está pasando algo similar. Este otro niño de 5º de primaria es rechazado no solamente por sus compañeros sino también por los propios maestros, que achacan sus dificultades simplemente a problemas de conducta. ¿Por qué? Pues porque como no tolera la injusticia o que se le pidan cosas sin razonárselas, o que se le repita y repita siempre lo mismo…, se enfrenta a los maestros ¡y ya la hemos fastidiado! Conclusión = Se añaden y aumentan sus dificultades para adaptarse al contexto escolar, según argumentan algunos especialistas.
Pero ¿quién debe adaptarse a quién? Han de adaptarse los niños y niñas a la escuela, al currículo, ¿o debe ser el currículo que se adapte a ellos y ellas? Esto último dice la educación personalizada, ¿no? que es la escuela, el currículo quien se adapta a las necesidades de los alumnos. y nos podríamos cuestionar si en la práctica pasa así. Otra reflexión.
Aún otro caso, este es de 6º curso, se le deriva a un centro de salud mental ante su comportamiento también por “agresividad” hacia sus compañeros. Y se decide, sin hacerle las pruebas, que es un tipo leve de TEA (Trastorno Espectro Autista), y le aconsejan medicarlo para controlar esos cambios bruscos de humor. Cuando en realidad, esas reacciones ocurren tan solo en el contexto escolar, ni en el familiar, ni en las extraescolares ni en otros entornos de desarrollo. Este niño se diagnosticó de altas capacidades, y otro especialista consultado por la familia, que le ha hecho seguimiento durante años en este proceso recomienda simplemente motivarlo y adaptarse a sus necesidades cognitivas. Y podríamos seguir con muchos otros casos.
¡Qué importante es hacer un buen diagnóstico especializado, pero todavía más ofrecer respuestas psicoeducativas desde el propio centro escolar!
Y por supuesto, resulta imprescindible realizar una primera detección.
¿Desde dónde? Pues desde la misma escuela, que es donde en teoría se conoce a los alumnos y alumnas. Sin olvidar la participación del ámbito familiar.
Sí, cierto que hay otros casos donde el centro educativo y los profesionales que trabajan realmente se interesan y se forman.
Este es otro de los aspectos imprescindibles, la formación de los maestros y maestras, de los profesionales en su conjunto.
Una familia me comentó hace unos días que estaban muy contentos pues en el instituto de su hijo habían empezado a hacer formación, también sobre las altas capacidades, pues eran varios los alumnos diagnosticados y durante unos cuantos años no se había hecho nada, se dejaba en manos de los profesores y dependiendo cuál fuera su interés atendía mejor o peor. Y sí, hay algunos centros donde se hacen intentos para detectarlas, diagnosticarlas y atenderlas, centros donde sus profesionales están más SENSIBILIZADOS.
En esta entrada pretendo visibilizar situaciones que se dan demasiado a menudo, y no nos debiéramos permitir que estos niños y niñas de altas capacidades se pierdan y pierdan la posibilidad de ser como son por falta de interés o de formación o de sensibilidad hacia sus necesidades.
Estos días de fiestas navideñas os animo a dedicar un espacio para reflexionar sobre ello, a dedicar un espacio también a las altas capacidades, pues ¡EXISTEN!
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